Hace unos años Sonya Brennan –una ciudadana británica de 46 años, residente en South London– estaba tan obesa que evitaba bajar a la calle por el descomunal esfuerzo que le suponía acarrear su propio peso.
La madre de cuatro hijos llegó a la obesidad debido a la agorafobia que padecía -miedo y ansiedad a estar en espacios públicos- pues se limitaba a estar encerrada tras las paredes de su propio hogar.
De este modo, pasaba su tiempo comiendo patatas fritas y dulces, algo que al cabo de los años le pasó factura en su peso y estado de salud. Pero no fue hasta que su hermano la llamó “desaliñada” que Sonya no se dio cuenta de que debía hacer algo al respecto.
Fue entonces cuando decidió salir a la calle y andar. Al principio fue difícil, pero con el tiempo fue perdiendo peso ganando afición por aquello de practicar deporte.
perdiendo peso ganando afición por aquello de practicar deporte.