Detectar problemas en las uñas también puede ser señal de algún problema. Una uña frágil o quebradiza puede serlo porque hay determinadas afecciones detrás. El propio envejecimiento, si no lo frenamos, es uno de los causantes de las uñas en mal estado.
Hongos, infecciones bacterianas o cambios de color son alteraciones que hay que atender. Especialmente esta última, pues detrás puede haber alguna afección hepática o cardiaca. La falta de ciertos micronutrientes puede afectar también a la dureza de las uñas. La sequedad y la deshidratación de la piel también les afectan necesariamente, por lo que es importante mantenernos bien alimentados e hidratados. Lo mismo podemos decir del cabello.
En cuanto al cabello, las causas pueden ser múltiples: El estrés. El cambio radical del relax de las vacaciones a la vuelta a la rutina (jornadas interminables, obligaciones que atender, etcétera) suele provocar un cierto grado de estrés. El estrés influye directamente en la caída del cabello. Ante situaciones de ansiedad, el pelo se cae más (lo que conocemos como alopecia nerviosa).
Agresiones al cabello. El exceso de calor que aplicamos al secarlo o plancharlo, los continuos tintes y decoloraciones, las coletas demasiado tiempo y demasiado tirantes, cepillarlo con peines o cepillos inapropiados…, son algunos de los gestos diarios que lo dañan. Pueden hacer que tengamos un cabello más frágil o que se rompa con mayor facilidad. El uso continuado de champús abrasivos también influye en este proceso.
Exposición al sol. Demasiado sol, algo que suele ocurrir en verano, también hace nuestro cabello más frágil y expuesto a la caída.
Situaciones puntuales, como una infección (por ejemplo, la gripe) el embarazo o vivir una situación altamente traumática, suelen influir en la caída del cabello, pero con una alimentación adecuada este se recupera fácilmente.
Las enfermedades tiroideas y la anemia ferropénica (puede desencadenarse por menstruaciones demasiado abundantes) son problemas que afectan a la masa capilar y que hay que abordar de manera integral.
Alimentación deficitaria. Comer a deshoras y mal es un desencadenante de muchos problemas de salud, pero uno de los síntomas más visibles va a ser un cabello frágil y con poca densidad.
Hablemos ahora de las uñas:
La acción de agentes externos. Detergentes, lejías y otros productos químicos, en contacto continuado con nuestras manos, van a debilitar nuestras uñas.
Ciertas enfermedades, como he citado antes, tienen en las uñas frágiles uno de sus primeros síntomas. Si adviertes un cambio repentino en su dureza y color, es bueno que acudas al médico.
Infecciones por hongos. Si esta es la causa, se detecta fácilmente (uñas gruesas, quebradizas y descoloridas), pero es más habitual que ocurra en las de los pies, que están más expuestos a este tipo de infecciones.
La mala alimentación. Una alimentación deficitaria en ciertas vitaminas evita que nuestras uñas estén duras y sanas. Falta de ciertos micronutrientes. El zinc, por ejemplo, puede alterar la fortaleza de las uñas.
¿Qué podemos hacer para evitarlo?
Si detectamos tener cabello y uñas frágiles, podemos estar ante un problema relacionado con la nutrición. En primer lugar, tenemos que observar que ingerimos una cantidad suficiente de vitaminas; en segundo, no podemos olvidar hidratarnos. La sequedad de la piel lo es también de cabello y uñas, y debemos tomar precauciones (aquí te damos unas cuantas pistas).
En cuanto a la alimentación, debemos atender a dos grupos de nutrientes: vitaminas y minerales, fundamentalmente.
Vitaminas y minerales contra un cabello y uñas frágiles
Vitaminas del grupo B. La biotina (conocida también como vitamina B7 o B8) es conocida como «la vitamina del pelo». La vamos a encontrar, fundamentalmente, en ciertos frutos secos, algo de lo que huimos cuando estamos a dieta. También podemos encontrar la biotina aislada en suplementos nutricosméticos, como el de 180 the concept, del que hablaré más adelante. La vitamina B12 o cobalamina nos ayuda a mantener un cabello y uñas con un aspecto impecable y la encontramos en pescado, marisco, huevos y algunas carnes rojas (por lo que una dieta vegetariana necesitará de aportes vitamínicos de este tipo fuera de su dieta). Por último, la vitamina B3 o niacina estimula el crecimiento de cabello y uñas. Semillas, legumbres, vegetales de hoja verde y zanahorias son algunos de los alimentos que nos aportan niacina.
Vitamina C. La vitamina C, presente sobre todo en los cítricos y frutos rojos, previene el envejecimiento prematuro y la sequedad y evita su caída. Brócoli, coliflor, espinaca y apio son muy ricos en esta vitamina.
Vitaminas A y D. La falta de vitamina A, encargada de estimular la producción de sebo, reseca el cabello. Es, por tanto, esencial incorporarla a nuestra dieta. Zanahoria, mango, yema de huevo y leche son ricos en esta vitamina liposoluble. También lo es la D, entre cuyos beneficios se encuentra la mejoría de la salud capilar y de las uñas, y que encontramos en pescado, huevos, lácteos, hígado… De nuevo, una alimentación sin proteína animal tendrá, muy probablemente, un déficit de esta vitamina.
Vitamina E. Encargada de crear nuevos vasos sanguíneos y, en consecuencia, de mejorar la circulación, es fundamental para mantener un cabello y uñas sanos. La encontramos en semillas de girasol, algunos frutos secos, aceites vegetales, brócoli, espinacas, aguacates…
Zinc, cobre, etcétera. Ajo, germen de trigo o garbanzos son alimentos ricos en zinc, cuyos síntomas pueden ser uñas con puntos blancos y cabellos frágiles. El cobre lo encontramos en frutos secos, carnes rojas, mariscos, cacao o soja, entre otros. Su déficit puede influir en la falta de pigmentación del cabello, entre otras cosas.
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