No hay nada que pueda refutar esto: gobernar es muy duro. Emmanuel Macron, quien ha sido el presidente de Francia por apenas 100 días, está envuelto de nuevo en una controversia.
La revista Le Point reportó que en ese corto periodo de tiempo, el mandatario ha gastado 26.000 euros, unos 30.700 dólares, sólo en maquillaje.
Los representantes de Macron explicaron que el considerable gasto se debió a una situación de “emergencia”.
Yque los costos futuros de maquillaje disminuirán significativamente.
Sin embargo, el episodio subraya los riesgos que enfrenta Macron, un recién llegado al cargo que construyó un movimiento político en torno a la promesa de reformar la economía de Francia.
Pero este verano lleno de escándalos derrumbó su popularidad y perjudicó su agenda de transformaciones.
Las primeras señales de advertencia llegaron en julio, cuando Macron debatió con el primer ministro Édouard Philippe si proceder o no con recortes de impuestos ante un déficit presupuestario mayor al que estaba previsto.
Macron se impuso en la discusión, pero debió recortar el gasto público.
A finales de ese mes, el comandante de las Fuerzas Armadas de Francia Pierre de Villiers renunció como protesta al recorte de más de 850 millones de euros (980 millones de dólares) en los recursos destinados para la defensa del país en este año.
Y la decisión de Macron de reducir los beneficios de vivienda también cayó mal.
Pero la controversia que generó los titulares más grandes corrió por cuenta de su esposa, Brigitte Macron.
Previamente, Macron había sido muy franco en su determinación de liberar al sistema político francés del nepotismo.
Más de 30.000 personas firmaron una petición contra la medida de entregar esta condición de primera dama, lo que obligó al presidente a retractarse de sus planes.
El índice de aprobación de Macron se desplomó, pasando de un 62% después ser elegido a un 36%, según una reciente encuesta realizada por Ifop para el periódico Le Figaro.
Su predecesor, Francois Hollande, tenía un índice de aprobación del 46% en el mismo punto de su gobierno.
Y lo que es peor: sólo el 23% de los encuestados creen que Macron está mejorando el país.
«Aunque es norma cierta pérdida de apoyo, esta caída no parece presagiar buena noticias», aseguró Jessica Hinds, economista para Europa de Capital Economics.
La disminución en los niveles de aprobación llegan cuando Macron se prepara para embarcarse en reformas económicas sumamente ambiciosas, que probablemente susciten una fuerte oposición de algunos sindicatos.
Macron planea transformar radicalmente el mercado de trabajo francés, facilitando el despido de personal con bajo rendimiento. Además, estableció un plan para que la semana laboral de 35 horas sea más flexible, si hay un acuerdo a nivel de la empresa.
También espera simplificar los sistemas de pensiones de Francia y reducir el déficit presupuestario con recortes el enorme sector público del país.
«Para tener éxito, necesitará una buena voluntad constante tanto del público en general como de los sindicatos. De lo contrario, corre el riesgo de quedar atascado en consultas prolongadas y posibles acciones de huelga, lo que derribó muchos de los esfuerzos de reforma que pretendían sus predecesores», explicó Hinds.
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