odos recordamos la ilusión que nos producía hacer la lista de regalos para Papá Noél porque en ella teníamos la libertad de pedir todos los juguetes con que soñábamos.
Esperábamos todo el año a que llegara la navidad para pedir ese juguete que nos haría los niños más felices del mundo, pero ¿y si lo que tú querías no era algo material?
Este es un caso de la vida real, María Eugenía, una pequeña de 7 años, aquella tarde en la plaza comercial hizo temblar a Tlaxcala cuando le tocó el turno de pasar con Santa.
En su cara no se veía la alegría de los demás niños, estaba callada y preocupada esperando en la fila, ¡seguía ella!, entonces el hombre de 66 años, vestido de Santa la puso en sus piernas para preguntarle.
¨Dime pequeña ¿qué es lo que quieres para esta navidad?¨ la niña bajó la mirada y susurró: ¨No quiero juguetes, yo sólo quiero que él no me toque por las noches¨ le dijo la niña mientras lágrimas rodaban por su rostro.
El hombre no podía creer lo que estaba pasando, pronto una enorme furia viajó por todo su cuerpo, sentía una gran impotencia, sin embargo, respiró profundo para escuchar todo lo que ese ser tan inocente tenía que decirle.
¨Está bien mi niña, yo te daré ese regalo, sólo quiero que me digas bien ¿quién te hace eso? ¨ le dijo.¨El esposo de mi mamá, mi padrastro, se llama José Armando, él todas las noches espera a que mi mamá se duerma y va a tocarme, me da besos en todo el cuerpo, pero a mí no me gusta.
La maestra de mi escuela nos dijo que nadie debe tocarnos, Santa ya no quiero que lo haga porque me hace llorar mucho, me duele cuando mete su cosa en mi cuerpo¨.
La niña no levantaba la cabeza como si se avergonzara de lo que le hacían, como si ella fuera la culpable de que ese hombre la tocara de esa forma.
Desde hace dos años su madre compartía la vida con él, ¨un matrimonio perfecto¨, aparentemente el hombre que todos admiraban por hacerse cargo de una niña que no era de su sangre.
Sin embargo, esos dos años se habían convertido en el infierno para María Eugenía, el tiempo que pasaba en la escuela le parecía corto, nunca quería llegar a casa, los últimos años su madre la había reprendido repetidas veces argumentando que era una malcriada y mal agradecida con Jośe Armando que tanto se esforzaba por ellas.
Esta madre no tenía idea de lo que su hija trataba de gritarle, se enfurecía para llamar su atención, para que se diera cuenta que necesitaba ayuda, que no se sentía bien con ella misma, que al mirarse desnuda le daba asco su cuerpo, le daba asco pensar que su padrastro ensució cada rincón. No soportaba la idea de tenerle que decir ¨Papᨠy fingir un amor que no sentía todo porque mamá no la regañara.
María Eugenía estaba tan desesperada que en su inocencia, su única solución fue recurrir a ese viejo de barba blanca que le cumple todo a los niños bien portados.
Cuando Francisco, el hombre que hacía el papel de Santa escuchó la historia, sólo le dijo a la madre que le diera la dirección de su casa, fingiendo que le daría un regalo especial a la niña.
Enseguida llamó a las autoridades, se necesitaron dos horas para analizar el caso, Papá Noél dejó su puesto y se dirigió al lugar, cuando llegó había más de 50 elementos rodeando la casa, pero Francisco tenía tanta rabia que ignoró todo el protocolo y se fue directo a darle un puñetazo a ese miserable, mientras la niña observaba desde su ventana como Santa si cumplió lo que le prometió. ¡Sin duda el mejor regalo que esta pequeña pudo recibir!