Para estos personajes la muerte fue algo trágico, ya lo sabemos, y mucho más cuando sucede de forma inesperada y súbita.
Pero toda tragedia tiende a desvanecerse o aplacarse por diferentes razones. La más común de estas razones es el simple paso del tiempo (como dice esa conocida frase de que «tragedia más tiempo es igual a comedia»), pero puede ser también una muerte trágica mitigada por tener algún significado o efecto positivo, o por ser digna o heroica, o incluso por ser absurda y ridícula. Esta última es, sin embargo, la menos deseable de las muertes. Sobre todo para quien la sufre. Es lo que llamaríamos una muerte tragicómica.
Aquí te invitamos a conocer a estos 5 personajes históricos que murieron de forma absurda y humillante:
Hans Steininger era burgomaestre (una especie de alcalde) de la pequeña ciudad de Braunau am Inn, en aquel entonces perteneciente a Bavaria (hoy a Austria).
Este cargo sin dudas no es demasiado relevante en la historia, de modo que hubiera sido completamente olvidado, si no fuera porque murió al quebrarse el cuello tras tropezar con su propia barba. Steininger tenía una barba de más de un metro de largo, que generalmente enrollaba dentro de un estuche de cuero. Ese día tal vez había olvidado el estuche.
Urquhart era un aristócrata escocés, un polímata que se destacó por ser el primero en traducir obras de François Rabelais al inglés.
Según cuenta la leyenda, Urquhart se murió de un ataque de risa al enterarse que Carlos II de Inglaterra se había hecho con el trono durante la Restauración. Se puede suponer que el que río después fue el rey Carlos II.
Adolfo Federico fue Rey de Suecia desde 1751 hasta el día de su muerte, el 12 de febrero de 1771.
Ese día, que sería su último, el rey se sirvió un banquete que consistía en langosta, caviar, chucrut, arenque ahumado y champagne, al que luego agregó 14 porciones de su postre favorito, el tradicional pastel sueco semla, servido en un gran tazón de leche caliente. Desde entonces, en las escuelas suecas se lo conoce familiarmente como «el rey que comió hasta morir». Sin dudas murió con el corazón contento (pero exhausto).
Este político y abogado estadounidense se tomó muy en serio su tarea como abogado defensor, lo que le terminó valiendo su muerte.
Vallandigham estaba encargado de defender a un hombre acusado de asesinato. El argumento para su defensa fue que la víctima perfectamente podría haberse disparado a sí misma accidentalmente, de modo que no era el acusado quien había realizado el disparo.
Este probó ser un argumento más que sólido, teniendo en cuenta que el propio abogado se disparó a sí mismo accidentalmente intentando probar su punto. Si bien murió, su defendido fue declarado inocente.
La célebre y aclamada bailarina, de origen estadounidense, pero con una carrera profesional vinculado a la Unión Soviética, murió trágicamente cuando tenía 50 años.
La causa de su muerte: su gusto especial por las bufandas y los pañuelos largos. En Niza, Francia, Duncan iba de pasajera en un automóvil cuando el pañuelo que llevaba al cuello se enredó en la rueda, provocando su muerte instantánea.
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