Seguramente cuando tenías 10 años pasabas el día jugando con tus amigos fuera de casa o sufrías intentando comprender simples fórmulas matemáticas.
Pero a diferencia de muchos niños de su edad William Maillis, oriundo del estado de Pennsylvania en Estados Unidos.
Tiene metas mucho más grandes que quedarse jugando en casa todo el fin de semana.
Pocas personas saben que este pequeño chico es considerado un genio.
Dijo sus primeras frases a sus cortos 7 meses de vida.
El niño prodigio ha deslumbrado a la comunidad científica de su país y a continuación te contamos cuál es la razón…
En mayo de 2016, cuando apenas tenía 9 años, William terminó sus estudios en la escuela preparatoria.
Hoy en día asiste a la Universidad Comunitaria del condado Allegheny. Siendo entonces uno de los estudiantes universitarios más jóvenes en Estados Unidos.
Aunque también se divierte jugando con sus video juegos y pasa tiempo con sus amigos, tiene un futuro muy prometedor.
Su padre, Peter Maillis, es un sacerdote ortodoxo griego y no duda en asegurar que la genialidad de su hijo es obra de Dios, teniendo en cuenta que ambos, él y su esposa poseen un coeficiente intelectual promedio.
William dio señales de sus avanzadas habilidades a muy temprana edad; cuando cumplió dos años ya sabía sumar, multiplicar, dividir y todas las operaciones básicas; a los cuatro años se interesó por la álgebra y también empezó a estudiar griego. “Siempre mostró un interés especial por los números”, dijo su papá.A la edad de cinco años William leyó un libro de geometría en una noche y desde ese momento su interés por las matemáticas se agrandó.
A los siete años se especializaba en trigonometría, pero su padre quedó especialmente sorprendido al conocer que quiera dedicarse a la astrofísica.
Para probar al mundo la existencia de Dios y ya está teniendo éxito: Ha realizado diversas investigaciones y formulado varias teorías en las que asevera que el físico Stephen Hawking se ha equivocado con respecto al origen del universo.
A pesar de su notable proeza, William fue inicialmente rechazado cuando intentó ingresar al preescolar a la edad de 4 años después de fallar en una prueba de aptitud al no ser capaz de, por ejemplo, identificar el gris como un color (“el gris es una sombra, no un color,” explicó su padre) o reconocer un termómetro (“nosotros no usamos ese tipo, usamos el que se coloca en la oreja,” expresó).